El ejercicio se ha relacionado con la protección contra ataque cardiacos, diabetes, algunos tipos de cáncer, demencia y otras taras físicas y psíquicas. Un poco de ejercicio es mejor que nada, y algo más, aún mejor. Pero, ¿hay un límite más allá del cual el exceso de ejercicio es perjudicial?, se pregunta en StatNews Paul D. Thompson, jefe de Cardiología del Hospital Hartford en Connecticut: «Para casi todo el mundo, la respuesta es no».
En el último número del Journal of the American College of Cardiology (JACC), escribe que el principal problema es que se hace muy poco ejercicio. «Una cuarta parte de los estadounidenses no hacen nada; sólo la mitad alcanza la recomendación semanal de 150 minutos de ejercicio moderado (como caminar) o 75 minutos de ejercicio vigoroso (como correr). En mi ciudad natal de Simsbury, Connecticut, en el año 1700 el residente promedio quemaba entre 4.000 y 6.000 calorías al día, cortando leña, acarreando agua y en tareas agrícolas. Hoy en día, la mayoría quemamos menos de 2.000 calorías al día».
En el artículo de JACC, Thompson y su equipo exploran cuatro estudios que han sugerido que mucho ejercicio puede no ser tan bueno para la salud como el ejercicio moderado. Matizan que el número de personas en el extremo superior del espectro de ejercicio era muy pequeño; así que los resultados no deberían tomarse muy a la letra. «Por desgracia, la atención de los medios a estos estudios ha sembrado cierta confusión». Con todo, recuerdan que actividades de resistencia como una maratón «podrían ser peligrosas, por ejemplo, en personas con predisposición genética a la miocardiopatía ventricular derecha». Pero, en general, los atletas de élite viven más que los sedentarios o los que se ejercitan con moderación.
Thompson concluye que no hay límites para el ejercicio, aunque en exceso no parece que haya un beneficio cardiovascular adicional, una rentabilidad extra. Coincide con otro estudio de este mes en Current Biology en el que Herman Pontzer, de la Universidad de Nueva York, estudiando a la muy activa población hadza, de Tanzania, ha observado que el organismo se adapta a perfiles de actividad elevados, ajustando la quema de calorías al nivel del que se ejercita con menos intensidad.
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