En un estudio, los científicos entrenaron a los ratones para que corrieran en una cinta durante una hora al día, cinco días por semana, a lo largo de dos semanas. Después de que los animales fueron expuestos a luz brillante tóxica, realizaron ejercicio durante otras dos semanas más, de forma que aquellos que corrieron en la cinta perdieron sólo la mitad del número de células fotorreceptoras que los animales que pasaron el mismo tiempo en una cinta parada.
Machelle Pardue y sus colegas Eric Lawson y Jeffrey H. Boatright, del Centro de Mayores de Atlanta para la Rehabilitación Neurocognitiva y Visual y de la Universidad de Emory, en Atlanta, Georgia, Estados Unidos, pusieron a ratones a correr una cinta dos semanas antes y después de exponerlos a luz brillante, que causa degeneración de la retina. Los investigadores vieron que el entrenamiento conservó los fotorreceptores y la función de las células de la retina en los roedores. Además, las células de la retina de los roedores que hicieron ejercicio eran más sensibles a la luz y tenían niveles más altos de una proteína llamada factor neurotrófico derivado del cerebro (BDNF), que estudios anteriores han relacionado con los efectos beneficiosos del ejercicio. Cuando los científicos bloquearon los receptores de BDNF en los ratones ejercitados, hallaron que la función de su retina era tan pobre como en los ratones inactivos, eliminando eficazmente los efectos protectores del ejercicio aeróbico.
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