La fragilidad es un síndrome geriátrico clínico causado por los déficits fisiológicos a través de múltiples sistemas. Estos déficits hacen que sea difícil sostener la homeostasis necesaria para las exigencias de la vida cotidiana. El ejercicio es, probablemente, la mejor terapia para revertir el estado de fragilidad. Hasta la fecha, los datos expuestos por el Cardiovascular Health Study-Frailty Phenotype (CHS-frailty phenotype), sugieren que los adultos mayores pre-frágiles, aquellos con el déficit 1-2, deben hacer ejercicio 2-3 veces a la semana, durante 45-60 min.
Los componentes del entrenamiento aerobio, los de fuerza, los de la flexibilidad y los del equilibrio se deben incorporar, pero las actividades de la fuerza y el equilibrio hay que destacarlas. Por otro lado, los mayores frágiles (CHS-frailty phenotype ≥ 3 physical déficits) deben hacer ejercicio 3 veces por semana, durante 30-45 minutos para cada sesión, con énfasis en el entrenamiento aerobio. Durante el entrenamiento aerobio, el de equilibrio y el de flexibilidad, los mayores frágiles y pre-frágiles deben trabajar a una intensidad equivalente a una calificación del esfuerzo percibido de 3-4 («algo difícil») en la escala Borg CR10. La intensidad del entrenamiento de fuerza se debe basar en un porcentaje de 1 repetición máxima estimada (1RM). El inicio del programa debe ocurrir al 55% de 1RM (resistencia) y progresar a mayores intensidades del 80% de 1RM (fuerza) para maximizar las ganancias funcionales.
El ejercicio es la medicina para revertir o mitigar la fragilidad, preservar la calidad de vida y restaurar el funcionamiento independiente en los mayores en riesgo de fragilidad. La conclusión a la que llegan los autores del trabajo Bray y colaboradores (2016) es que, fragilidad produce una disminución en la calidad general de la vida en los mayores, lo que hace que estos individuos sean dependientes de otros. Además, los mayores frágiles son los que más recursos económicos consumen relacionados con la atención de la salud, lo que representa una carga sustancial para el sistema de salud canadiense (Buckinx et al., 2015).
Al invertir la fragilidad a través de las intervenciones con el ejercicio, que engendran la condición física, los mayores seguirán siendo físicamente independientes y no frágiles durante un período más largo de su vida. El ejercicio es la medicina que puede prevenir la fragilidad, y también invertirla.
Tomado del Dr Juan Fco Marcos Becerro
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