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Actividad Física y Presión Arterial

La hipertensión es uno de los más frecuentes y significativos factores de riego para para la enfermedad cardiovascular (ECV) , y el riesgo de muerte ECV se duplica con cada aumento de 20 mmHg en la presión arterial sistólica (1). En un gran sector de la población, a medida que aumenta la edad se incrementa la propensión a desarrollar la hipertensión esencial, aunque su desarrollo se puede evitar con las intervenciones del estilo de vida adecuadas. El tratamiento de la hipertensión reduce muchos riesgos para la salud, a menudo con un efecto dosis respuesta, por ejemplo, se ha estimado que con solo una pequeña reducción de la presión arterial sistólica (2 mmHg ) en la población se produce una caída significativa en el riesgo a sufrir de enfermedad de la arteria coronaria (7%) y el accidente cerebrovascular (10%) (1).

La actividad física regular y la elevada forma cardiovascular en los individuos normotensos e hipertensos pueden reducir el riesgo de mortalidad por cualquier causa (entre el 41 % y el 51 % , respectivamente ) y la mortalidad cardiovascular ( entre el 74 % y 73 %, respectivamente). (5) El inicio de la actividad física regular es capaz de prevenir el desarrollo de la hipertensión, los estudios epidemiológicos observacionales sugieren que, en quienes hacen ejercicio con regularidad se origina una reducción en el riesgo a desarrollar la hipertensión de hasta el 52 % y mantienen su forma cardiovascular (6).

Según Brooks y Ferro (2012) el ejercicio de resistencia dinámico produce inicialmente una pequeña caída de la presión arterial sistólica, debido a la acumulación de la sangre periférica; (7) a lo que le sigue el aumento del gasto cardíaco, que origina normalmente un aumento de hasta 200 mm de Hg o más, con el ejercicio vigoroso, dependiendo la magnitud, en función de la duración y la intensidad del ejercicio, (7) y puede ser más pronunciado en los pacientes hipertensos o en riesgo de sufrir la hipertensión. La respuesta de la presión diastólica es variable, ya que puede aumentar ligeramente, seguir igual o disminuir.(8) Durante el ejercicio isométrico sostenido, tanto la sistólica como la diastólica aumentan, debido a la oclusión de los vasos de resistencia durante la contracción de los músculos periféricos. Tras una simple sesión de ejercicio, se produce una caída transitoria de la presión arterial sistólica (hipotensión post-ejercicio ) de hasta 14 mmHg.(8). La hipotensión postexercise puede durar hasta 22 horas, dependiendo de la frecuencia, de la duración, de la intensidad y del tipo de ejercicio realizado. Las sesiones cortas de alta intensidad parecen ejercer un mayor efecto hipotensor tras el ejercicio, especialmente en los prehipertensos, aunque las sesiones de ejercicios de baja intensidad más largas, pueden ser más útiles para conseguir, a largo plazo, las disminuciones de la presión arterial. El entrenamiento moderado de fuerza provoca reducciones similares en la presión de la sangre. (9).

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